La segunda y última parte de una charla con el periodista conductor de No se puede vivir del amor, el único programa diario acerca de la problemática de género y de la comunidad LGTB de todo el mundo.
(Para acceder a la primera parte de la charla hace clic acá )
¿Pensás
que se está replicando el modelo brasileño de un avance silencioso pero
constante de los cultos evangelistas dentro de la política argentina?
Creo que es el saldo fatal inherente a la torpeza
e impericia del Poder Ejecutivo a la hora de promover una discusión monumental
como fue la discusión alrededor del aborto sin, como Poder Ejecutivo, hacerse
cargo de esa discusión. Hay un ejemplo concreto que es el de Alfonsín con el
divorcio. Y voy a Alfonsín a propósito ya que si él, en ese momento asediado
por las fuerzas militares y también por la Iglesia Católica, no protagonizaba
el debate (más allá de que él jamás se divorció de su mujer), si no se cargaba
ese proyecto de ley, el divorcio no hubiera sido legal en la Argentina. Hay que
decir también que Néstor Kirchner, como diputado, hizo un trabajo hacia el
interior del Congreso y capitaneó la discusión que derivó en la salida de la
Ley de Matrimonio Igualitario en 2010. Y muy distinta es la situación de la Ley
de Identidad de Género: soy de los que sostienen que esa ley no la entendió
nadie y que salió por una presión política de ese momento. El año 2018 fue
dramático como mínimo ya que terminó de organizar a sectores sociales que si
bien ya existían no estaban ni organizados ni vigorizados. Hoy están más visibles,
hoy están muy expuestos, y hoy están colocando cinco legisladores en Santa Fe.
Igual no hay que olvidar que ya hay un pastor evangelista en Diputados que es
del Movimiento Popular Neuquino, ya hay una senadora que es pastora evangelista
y que es de Cambiemos. Yo no entraría en la comparación con la situación de
Brasil, que es mucho más compleja. Pero sí quiero decir que el Poder Ejecutivo
es o responsable o cómplice.
Permitieron
que estos sectores se organizaran para combatir un enemigo común, que en este
caso es el aborto…
El otro día escuché con mucha precisión un discurso
de Amalia Granata. A ella la lleva al poder la Alianza Internacional Con Mis Hijos
No Te Metas. Una alianza internacional que está destruyendo al Perú y a
Paraguay, países que viven una situación igual de trágica que la del Brasil,
más allá de que sean países más chicos. Ella dijo algo que está en la constitución
misma de esa alianza internacional que es que las niñeces trans son abominables
e inaceptables. Las niñeces trans, que bien lo saben los estudios de género y
los adultos responsables de esos niñes, son la manifestación de la sublevación
más fabulosa de una humanidad diferente y disidente. Por ende, atacar ni
siquiera a las personas trans adultas sino a la niñez que se está manifestando,
que está brotando, que está siendo acompañada, cuyas partidas de nacimiento son
rectificadas, que tienen un sinfín de complicaciones en las escuelas y en los
hospitales, es un caldo de cultivo de estas manifestaciones que de nuevas no
tienen nada. Esto es resultado de un Poder Ejecutivo que no supo o no quiso
maniobrar como corresponde un proyecto faraónico y complicadísimo como el del
aborto legal.
Acabas
de decir niñes. Como licenciado en letras, ¿cuál es tu opinión sobre el
lenguaje inclusivo? ¿Estás a favor o en contra, y cuál es tu opinión técnica?
No estoy ni a favor ni en contra, ya que en lo
personal trato de salir de esas opiniones, sobre todo cuando ese a favor o en
contra no refiere a un equipo de fútbol o de un color. Cuando son cuestiones
vinculadas a los movimientos sociales no es que estoy a favor o en contra, es
que ni siquiera se puede estar a favor. Ya la mera pregunta la erradico. La
lengua históricamente, diacrónica y sincrónicamente, es una práctica
determinada por el habla. Hemos llegado a ese estadio de las ciencias
lingüísticas hace unas cuantas décadas. Sabemos que para la lingüística la
pragmática es la dimensión más determinante, ya que la pragmática es la lengua
en uso. Y es la lengua en uso la que modifica la lengua. Creo que no se puede
más nada salvo seguir practicando esa lengua, hablándola y escribiéndola, ya
que en ese sentido tampoco distingo demasiado ni jerarquizo la lengua hablada
respecto de la lengua escrita, o al revés. Me parece que esas jerarquías son
propias de otro momento institucional de los organismos que regulan la lengua.
Ese momento institucional era el que introducía en las escuelas a la literatura
como el ejemplo de lo bien escrito. Y yo no creo que la literatura sea el
ejemplo de lo bien escrito, ya que con ese criterio no hubieran existido ni
Dostoievski ni Kafka. Para mí la lengua escrita no tiene una posición
jerárquica respecto de la lengua hablada. Y con esto quiero decir que la lengua
hablada determina la lengua y que no importa que sienta cada quien. Importa que
la lengua hablada va a hacer su trabajo sola. Que Arturo Pérez Reverte o la
Real Academia Española u otros intelectuales digan lo que quieran: el trabajo
que está haciendo hoy la lengua no es un trabajo que se pueda controlar.
¿Cuál
es la situación actual de la demanda que iniciaste por el hostigamiento homofóbico que recibiste vía Twitter?
A la demanda la está trabajando Martín Leguizamón,
que es mi abogado. Sabemos que es algo larguísimo ya que no accedimos a
arreglar en ninguna instancia de mediación, por lo que fuimos directamente a
juicio. El juicio involucra a Twitter, que es una empresa sin representación
legal en la Argentina, por lo que el camino es mucho más largo, ya que implica
a la ley estadounidense. Hoy no estoy cien por ciento informado, sí te puedo
decir que firmé unos papeles hace un mes. Tengo la suerte de que sea Martín el
que trabaja con esto ya que no solo le interesaba mi experiencia sino la
posibilidad de poder ampliar cada vez más esta discusión. Sé que estamos en un
buen camino, pero que ese camino es largo, ya que todo juicio civil por
calumnias e injurias acá lleva mucho tiempo. La gran mayoría de esos casos
muere: nosotros no lo estamos dejando morir. Lo estamos controlando, como al
lenguaje inclusivo (risas).
La
última es la pregunta que haría mi mamá: ¿cuándo volvés a la tele?
Hace poco Graciela Borges me hizo una entrevista en
Radio Nacional, y después la entrevisté a ella para mi programa. Y Graciela me
dijo algo que es poesía total: “No sé si tengo ganas de tener ganas”. No quiero
ser un dibujo animado de todos estos discursos, ya que estas posiciones, en la
televisión, en la Argentina de hoy, son posiciones caricaturizables, pero no
incorporadas de manera profunda. En las radios pasa lo mismo y ocurrió en estos
días. A mí no se me ocurre hablar de las tasas de interés o del lobby
inmobiliario. Sin embargo hay periodistas que sienten que pueden hablar de
diversidad sexual como Reynaldo Sietecase con Alberto Fernández. También estos
deslizamientos profesionales, esta creencia de que cualquiera de nosotros
puede, sin formación, tocar temas que son “de la vida cotidiana”, es propio de
lo que María Moreno llamó hace unos años “periodismo macho”. No porque esté
hecho por machos solamente, sino porque es macha la idea de que preguntarle a un
candidato o a un político o a quien sea por la orientación sexual de su hijo es
como preguntarle por lo menor o por lo casi anecdótico. Ahí hay toda una teoría
periodística detrás que está obsoleta. ¿Por qué si yo no soy comentarista de
fútbol Sietecase sí es experto en diversidad sexual? Yo no soy comentarista de
fútbol porque este país tiene suerte (risas) y porque no lo sería nunca. Hay un
sinfín de periodistas que creen que pueden. Esto pasa, ¿y en qué redunda? En
salvajadas periodísticas. Acá hay una inconsciencia de lo que se está
preguntando que como parece tan nimio pasa como “Bueno, de última es un error
bien intencionado”. Si su hijo fuese negro, o judío, la gravedad de esa
pregunta sería otra en la discusión pública. Pero como el hijo es drag queen,
hace cosplay y a juzgar por su cuenta de Twitter y por su propia voz se autopercibe
como una persona bisexual, “es materia opinable”. Y no es materia opinable. Yo
puedo discutir con vos y puedo discutir con un montón de otras personas en
otros ámbitos, pero ahí no. Ahí ya no tengo más nada que discutir. O paso a
tener otra posición, que no es la confrontación, o sigo mi trabajo, en la
medida en que lo tenga, en otros espacios. Eso es lo que me pasó.
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