Como tantas otras, fue una costumbre pagana adoptada por el cristianismo en la edad media.
Como tantas otras costumbres, es una "cristianización" de una tradición pagana.
Desde tiempos ancestrales, los pueblos germánicos y anglosajones celebraban el equinoccio de la primavera, relacionado con el renacimiento de la tierra. En ese entonces, ya ofrendaban huevos de gallina y conejos, como símbolo de la fertilidad.
Cuando el concilio de Nicea del año 325 estableció a la Pascua como una celebración cristiana, regían prohibiciones durante la cuaresma que impedían el consumo de carne, lácteos y huevos. Por eso, se comenzó a regalar huevos el día que terminaba el ayuno de cuaresma. En el siglo XII, se institucionalizó la costumbre obsequiar huevos como símbolo de resurrección, a la salida de la misa de de Pascua.
No se sabe exactamente porqué, pero en Alemania a principios del 1800 se comenzaron a elaborar huevos de chocolate (a los que se incorporó la figura del conejo).
Hoy es una de las costumbres más extendidas en todo el mundo, incluyendo a nuestro país. Los argentinos consumimos en promedio 3 kg de chocolate por persona, al año. Y a pesar del calor, Pascua y Navidad son las dos fechas de mayor consumo.
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