CURIOSIDADES Y DETALLES DEL CONGRESO DE TUCUMAN
hace 37 meses.

Por qué se eligió Tucumán? Sabías que la declaración de la independencia fue corregida 10 días después? Y que Belgrano propuso un rey Inca? Acá, un resumen de algunos vericuetos de nuestra Independencia, relatados por Felipe Pigna en su página de El Historiador.


El Tucumán de 1816

 

En aquel entonces San Miguel de Tucumán era una pequeña ciudad de doce manzanas. Desde lejos podían verse las torres de las cuatro iglesias y del Cabildo. Los tucumanos, unos pocos miles por entonces, tenían una vida tranquila que se animaba al mediodía, cuando el centro se poblaba de carretas, vendedores ambulantes y gente que iba y venía entre las pulperías y las tiendas. No faltaba el azúcar para el mate ni tampoco algún cantor que animara a la gente con una zamba.

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Se había elegido como sede del Congreso a la ciudad de Tucumán porque estaba ubicada en el centro del virreinato y porque las provincias se negaban a que Buenos Aires fuera otra vez la única protagonista de un hecho que las afectaba a todas. Fray Cayetano Rodríguez le explicaba a un amigo los motivos de la elección de la sede: “Ahora encuentras mil escollos para que el Congreso sea en Tucumán. ¿Y dónde quieres que sea? ¿En Buenos Aires? ¿No sabes que todos se excusan de venir a un pueblo a quien miran como opresor de sus derechos y que aspira a subyugarlos? ¿No sabes que aquí las bayonetas imponen la ley y aterran hasta los pensamientos? ¿No sabes que el nombre porteño está odiado en las Provincias Unidas o desunidas del Río de la Plata?”

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“Tan pobre era la patria que, como Jesús, no tenía lugar para nacer”, decía la copla popular y, efectivamente, el Congreso sesionó en la casa de doña Francisca Bazán de Laguna —como todos sabemos desde nuestra más tierna infancia, la mejor productora de empanadas de todo el Tucumán—, ubicada en la Calle del Rey N° 151. Se había construido a fines del siglo XVIII y era una típica casa colonial. 

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Entre monárquicos y republicanos

 

La mayoría de los congresales estaban de acuerdo en establecer una monarquía constitucional, que era la más aceptada en la Europa de la Restauración. En el mundo sólo quedaba en pie una república: los Estados Unidos de Norteamérica.

En la sesión secreta del 6 de julio de 1816, Belgrano, que acababa de llegar de Europa tras su fallida misión, propuso ante los congresales de Tucumán que, en vez de buscar un príncipe europeo o volver a estar bajo la autoridad española, se estableciera una monarquía moderada, encabezada por un príncipe inca.

Para los porteños, la coronación del inca era inadmisible y “ridícula”. El diputado por Buenos Aires, Tomás de Anchorena, dijo que no aceptaría a “un monarca de la casta de los chocolates, a un rey en ojotas”, y propuso la federación de provincias a causa de las notables diferencias que había entre las distintas regiones.

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Fray Justo Santa María de Oro hizo gala de su muñeca política y postuló que había que consultar a los pueblos de todo el territorio antes de tomar cualquier resolución sobre la forma de gobierno, amenazando con retirarse del Congreso si no se procedía de ese modo. Las discusiones entre monárquicos y republicanos siguieron cada vez más acaloradas, sin que se llegara a ningún acuerdo.

 

La declaración de 9 de Julio (y el agregado del 19)

 

Bajo la presidencia del sanjuanino Narciso Laprida,el secretario Juan José Paso preguntó a los congresales “si querían que las Provincias de la Unión fuesen una nación libre de los reyes de España y su metrópoli”. Todos los diputados aprobaron por aclamación la propuesta de Paso.

En medio de los gritos de la gente que miraba desde afuera por las ventanas y de algunos colados que habían logrado entrar a la sala, fueron firmando el Acta de Independencia, que declaraba “[…] solemnemente a la faz de la tierra, que es voluntad unánime e indubitable de estas provincias romper los vínculos que las ligaban a los Reyes de España, recuperar los derechos de que fueran despojadas e investirse del alto carácter de nación independiente del Rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli”.

En la sesión del 19 de julio, uno de los diputados por Buenos Aires, Pedro Medrano, previendo la reacción furibunda de San Martín, que estaba al tanto de las gestiones secretas que involucraban a algunos congresales y al propio director supremo para entregar estas provincias, independientes de España, al dominio de Portugal o Inglaterra, señaló que antes de pasar al ejército el Acta de Independencia y la fórmula del juramento, se agregase, después de “sus sucesores y metrópoli”, “de toda dominación extranjera”, “para sofocar el rumor de que existía la idea de entregar el país a los portugueses”


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